viernes, 9 de abril de 2010

LAS LESIONES DEPORTIVAS MAS FRECUENTES SON:


Dra. Saienska Breton


Heridas. Son lesiones de origen traumático donde se pierde la continuidad de uno o más tejidos. Se clasifican en: 1. Abrasivas. También se llaman excoriaciones o raspones, y son causadas por la fricción o el frotamiento con una superficie áspera. Por lo general sólo dañan el tejido cutáneo y subcutáneo y se producen en terrenos irregulares o de superficies duras o ásperas.


2. Cortantes. Se caracterizan por presentar bordes regulares y las pueden producir implementos deportivos, vidrios, láminas, etcétera.


3. Punzantes. Son las heridas provocadas por objetos que presentan punta, como clavos, varillas, artículos deportivos, etcétera.


4. Contundentes. Son provocadas por objetos romos en traumatismos directos, como piedras, postes, gradas y las diversas áreas anatómicas de contacto que se permiten en los deportes de combate.

La gravedad de la lesión depende de la región afectada, por lo que el tratamiento puede variar después de valorar el tipo de herida, su gravedad y las complicaciones que se presenten.

Contusiones. Constituyen la patología traumática-inflamatoria más frecuente en las actividades deportivas. Las consecuencias dependen del sitio donde se recibió y de la intensidad del traumatismo.

Distensión. Es la lesión microscópica del músculo que se produce al sobrepasar los límites normales de la elasticidad, lo cual provoca un estiramiento de las fibras, pero sin que exista daño anatómico ni ruptura. Su manifestación clínica se caracteriza por dolor intenso y súbito, aunque la molestia resulta tolerable y se puede continuar con la actividad. La evolución es rápida y favorable y se mejora en pocos días. El tratamiento que suele aplicarse corresponde al método HICER (hielo, compresión, elevación y reposo).

Contractura. Se trata de una contracción muscular dolorosa, de corta duración e involuntaria, causada por isquemia (irrigación insuficiente del músculo), contusión, desequilibrio hidroelectrolítico, sobrecarga de trabajo muscular, uso de accesorios elásticos o de vendajes muy ajustados. Sus manifestaciones clínicas son dolor intenso y contracción del músculo afectado.


El tratamiento consiste en estirar el músculo y, cuando la contracción esté controlada, dar un ligero masaje para reducir el dolor e incrementar el flujo sanguíneo.

Desgarro. Consiste en la ruptura macroscópica y parcial de un músculo que muestra solución de continuidad; se considera una lesión grave porque puede haber ruptura extensa de las fibras musculares. Clínicamente se manifiesta con dolor intenso e incapacidad funcional; también es frecuente que aparezca un hematoma postraumático, cuya magnitud se palpa como un abultamiento.

Se le da tratamiento con el método HICER adaptado al tipo, región, severidad y complicaciones que presente el desgarro. Está absolutamente contraindicado dar masaje durante la primera semana de evolución.

Esguince. Es una torcedura que puede ir desde la distensión hasta la ruptura de un ligamento. Se produce cuando se hace un movimiento forzado de la articulación más allá de sus límites normales.

Según la intensidad de la lesión, los esguinces se pueden clasificar en:

Grado 1. Elongación de las fibras.

Grado 2. Ruptura parcial de algunas fibras de los ligamentos.

Grado 3. Ruptura total de las fibras. Los esguinces se manifiestan con dolor, inflamación e incapacidad funcional, que van desde ligeros a importantes, de acuerdo con la lesión. Cuando se rompen los ligamentos se pueden presentar hematomas leves o severos. En los esguinces de grado 2 y 3 hay que considerar la posibilidad de fractura ósea, por lo que es necesario realizar estudios de radiología.

Luxación. Una articulación está luxada cuando existe pérdida de la relación normal de las caras articulares porque los huesos se desplazan fuera de la articulación. Las manifestaciones clínicas son dolor, incapacidad funcional, deformación y posición anormal de la extremidad afectada. La pérdida de contacto de las caras articulares sólo es posible como consecuencia de lesiones importantes en las zonas blandas periarticulares así como en los componentes de la articulación: membrana sinovial, superficies cartilaginosas, cápsulas, ligamentos, tendones, músculos, nervios, vasos, los cuales pueden estar comprimidos, pellizcados, desgarrados o arrancados.

Fractura. Implica la pérdida de la continuidad ósea; se distinguen dos tipos principales:

1. Fractura cerrada. Aunque la piel permanece intacta, si no se maneja de manera adecuada se puede agravar peligrosamente y transformarse en abierta o complicada.

2. Fractura abierta. Hay una lesión o herida en la piel que comunica el foco de la fractura con el exterior. El riesgo de infección es grave y exige cuidados especiales.

Se habla de una fractura complicada cuando los fragmentos cortantes del hueso roto dañan algún órgano (vasos sanguíneos, nervios, pulmones, médula espinal). Esta situación se puede dar tanto en las abiertas como en las cerradas.

Se manifiestan con incapacidad funcional, dolor repentino violento, fijo y localizado, y edema. Puede existir o no deformación de la zona lesionada y crepitación; en ese caso es importante considerar la posible existencia de una luxación si es que la lesión se encuentra en una articulación. Si por algún motivo se sospecha de fractura, se debe actuar como si realmente existiera.

Las primeras 24 horas
Se trata de un periodo crítico posterior al trauma, porque determina el grado que alcanzará y cuánto tardará en recuperarse. Inmediatamente después del incidente, la zona se inflama, se pone roja, caliente y duele. De hecho, la inflamación marca, de hecho, el inicio del proceso de recuperación, aunque el cuerpo tienda a reaccionar de manera exagerada. Lo primero que se debe hacer es reducirla, y la manera más sencilla de saber qué hacer es recordar el acrónimo HICER.

Muchas personas siguen entrenando aunque se hayan lesionado, pues piensan que con una tobillera u otro tipo de venda están protegidas. Esto no es una buena idea: si la lesión lleva mucho tiempo, una venda puede aislar el músculo dañado y le permite trabajar a los que hay alrededor, pero en circunstancias normales el reposo es la mejor cura. Tome en cuenta que si sigue trabajando, la hinchazón y la hemorragia pueden aumentar y provocarle más problemas. Por último, es de suma importancia consultar al médico o a un fisioterapeuta.

Causas más comunes de lesiones

Calentamiento previo insuficiente.

Estiramiento posterior insuficiente.

No hacer estiramientos antes y después del ejercicio.

Sobreentrenamiento.

Falta de reposo.

Calzado incorrecto.

Equipo inadecuado.

Trabajar el cuerpo en contra de su constitución.

Ignorar lo que el cuerpo intenta decirnos.

Mala técnica, sobre todo en los ejercicios de fuerza.

Ignorar las normas de seguridad.

No comer de manera adecuada.

Aunque con menor frecuencia, las adicciones -tabaquismo, alcoholismo o uso de drogas- pueden ser otra causa.

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